TODO EXISTE PARA TERMINAR EN UN(TRES) LIBRO(S)
Instalación activa en el Centro Cultural Justiça Federal (CCJF) en Río de Janeiro, gracias al Consulado General de México
Producción:
Diego
de la Vega
Wood
2025![EL ÓRGANO DE LA MÁQUINA]()
![IDENTIKIT DEL MAL]()
![NO NATURALES]()
![MUESTRA]()
Instalación activa en el Centro Cultural Justiça Federal (CCJF) en Río de Janeiro, gracias al Consulado General de México
Producción:
Diego
de la Vega
Wood
2025




Tres libros se produjeron a partir de una maquinaria madre. No como resultado final, sino como efecto. El sistema se activó con una instrucción simple dirigida al público dentro de una exposición en Río de Janeiro durante quince días: mirar, leer, elegir. Tomar una imagen y un fragmento de texto, entregarlos a la mujer presente y decidir en cuál de los tres libros incorporarlos. El órgano de la máquina, Identikit del mal o No naturales. A partir de ese gesto, el mecanismo comenzó a operar solo.
La mediación incluyó traducción incompleta, malentendidos y error. Nada fue corregido. La edición fue ciega, sostenida por la barrera del idioma y por una lectura siempre parcial. Los libros se construyeron por fotocopiado y encuadernación manual. Las repeticiones no se eliminaron: la repetición fue el algoritmo.
Como todo sistema que se repite, la maquinaria tendió a cerrarse sobre sí misma. La fricción no siempre se sostuvo. A veces no alcanzó. Hubo momentos en que la repetición dejó de producir conflicto. Aun así, el libro siguió funcionando. No se sabe para qué.
El material en el espacio fue archivo y acumulación. Los dibujos se dispusieron sin jerarquía. Los textos se acumularon por sedimento: capas superpuestas, fragmentos ilegibles en su totalidad. No se ofreció una lectura completa. Se ofreció persistencia. Un libro que no se lee por una mirada, cualquier libro.
Texto e imagen no se ilustran. Se interfieren. El retrato insiste como ancla identitaria dentro de un sistema que, al mismo tiempo, la desarma. Las máquinas no representan violencia: la administran. Los pájaros no prometen libertad; producen un problema de mirada, de repetición y encierro. Las plantas aparecen conservadas. Esa conservación no protege: registra un daño lento, controlado.
Las hojas circulan como unidades intercambiables. De árbol, de libro o de ave. Desplumar no es una metáfora: es un método de extracción. Lo natural y lo original no funcionan como origen, sino como categorías producidas por el propio sistema. No se preservan: se administran.
De este proceso resultaron los tres libros. La separación no es del todo estable.
El órgano de la máquina organiza listas, códigos, órdenes artificiales que se presentan como naturales.
Identikit del mal clasifica, fija retratos, edita por exclusión.
No naturales reúne silencio, error, desgaste, obsolescencia.
Leídos por separado, los libros parecen autónomos. Leídos en conjunto, producen negro. No hay recorrido propuesto ni interpretación correcta. El sistema no garantiza conflicto.
Cada lectura, aun así, reactiva el mecanismo. El conjunto no está terminado. Puede deteriorarse. Puede desaparecer.
Funcionar es suficiente (por ahora).
La mediación incluyó traducción incompleta, malentendidos y error. Nada fue corregido. La edición fue ciega, sostenida por la barrera del idioma y por una lectura siempre parcial. Los libros se construyeron por fotocopiado y encuadernación manual. Las repeticiones no se eliminaron: la repetición fue el algoritmo.
Como todo sistema que se repite, la maquinaria tendió a cerrarse sobre sí misma. La fricción no siempre se sostuvo. A veces no alcanzó. Hubo momentos en que la repetición dejó de producir conflicto. Aun así, el libro siguió funcionando. No se sabe para qué.
El material en el espacio fue archivo y acumulación. Los dibujos se dispusieron sin jerarquía. Los textos se acumularon por sedimento: capas superpuestas, fragmentos ilegibles en su totalidad. No se ofreció una lectura completa. Se ofreció persistencia. Un libro que no se lee por una mirada, cualquier libro.
Texto e imagen no se ilustran. Se interfieren. El retrato insiste como ancla identitaria dentro de un sistema que, al mismo tiempo, la desarma. Las máquinas no representan violencia: la administran. Los pájaros no prometen libertad; producen un problema de mirada, de repetición y encierro. Las plantas aparecen conservadas. Esa conservación no protege: registra un daño lento, controlado.
Las hojas circulan como unidades intercambiables. De árbol, de libro o de ave. Desplumar no es una metáfora: es un método de extracción. Lo natural y lo original no funcionan como origen, sino como categorías producidas por el propio sistema. No se preservan: se administran.
De este proceso resultaron los tres libros. La separación no es del todo estable.
El órgano de la máquina organiza listas, códigos, órdenes artificiales que se presentan como naturales.
Identikit del mal clasifica, fija retratos, edita por exclusión.
No naturales reúne silencio, error, desgaste, obsolescencia.
Leídos por separado, los libros parecen autónomos. Leídos en conjunto, producen negro. No hay recorrido propuesto ni interpretación correcta. El sistema no garantiza conflicto.
Cada lectura, aun así, reactiva el mecanismo. El conjunto no está terminado. Puede deteriorarse. Puede desaparecer.
Funcionar es suficiente (por ahora).


